12 de octubre de 2013

Oneshoot #2 'La hija fantasma del violín'



La historia siempre se repetía. Ella vivía solamente con su tío de tan solo 26 años de edad, irresponsable y muy fiestero, nunca le ponía atención a su sobrina y en sumas considerables iba a 2 de sus juntas escolares anuales. (Tú), afortunada estudiante de intercambio que reside ahora en París, entró a una escuela de artes. 16 años. Latina y con un peculiar físico: buen cuerpo, y cualidades físicas extraordinarias de un latino, solo que con una pequeña diferencia… Sus ojos. ¿Sus ojos? ¿Qué tienen que ver los ojos en esto? (Tú) era considerada ‘extraña’ —o en sus peores casos ‘adefesio’, como solían decirle sus compañeros— por tener unos grandes ojos, pero de color gris. No, nada de verdes grisáceos ni otro color: grises totalmente, casi transparentes. A causa de esto era obligatorio que usara siempre pupilentes de un color aceptable: marrón. Nadie en la vida había visto a una chica como ella, pero independientemente de sus ojos también destacaba su increíble elasticidad: otro motivo para que todo mundo en la escuela la molestara.
    Tenía un amor platónico. Sí, un amor platónico, pero desgraciadamente era de los peores, de los peores muchachos que debió conocer ella. ¿Su nombre? Bill Kaulitz. ¿Para qué mencionar su físico si con el nombre basta para saber que es el típico “hombre perfecto” que todas quieren? Pero bueno, en él también destacaba algo: su increíble frialdad y maldad que abundaba en él. Le encantaba molestar a los chicos que estuviera en el primer año de la escuela, o hasta los de su mismo salón; su principal blanco fue (Tú): golpes en la cabeza, tirar sus libros, empujarla fuertemente, aventarle bolas de papel con saliva y demás cosas le hacía él. Digamos que (Tú) no era de las que decía “aquí te agarro, aquí te mato”, pues era pacífica y lo mejor que podía hacer era ignorar todo lo que le hacía su compañero aunque cada vez las faltas al respeto fueran más serias, pero también ella no sabía cómo defenderse.
    (Tú) tenía dos amigos: una chica llamada Rue y un chico llamado Emmanuel. Ambos eran hermanos gemelos, bastante rebeldes pero muy inteligentes, guapos los dos y defensores de (Tú). Ellos la apodaban “Koa”, un diminutivo de Koala por ser cero agresiva y tener un instinto de ternura que mataba a cualquiera. Rue odiaba con el alma a Bill Kaulitz por el simple hecho de ser él y molestar siempre a su amiga, aunque de hecho ya en ocasiones le ha dado sus escarmientos ese chico: una vez, junto con su hermano le dieron una paliza espeluznante que hasta dejó de molestar a (Tú) por un mes y medio, y no porque lo quisiera, sino porque estuvo en cama en ese tiempo con uno que otro hueso roto. Rue y Emmanuel practicaban artes marciales mixtas, lo que les daba cierta ventaja sobre el idiota de Bill.
    La rutina de (Tú) era la misma: ir a la escuela, soportar a Bill, ser la mejor de su clase, regresar a casa y poner música en volumen alto para no escuchar los terribles momentos de sexo de su tío, casualmente con el mismo nombre que su amigo: Emmanuel.
    Para nadie sería interesante tener la vida de (Tú).

    —Oye, tú, resorte —dijo Bill dirigiéndose a (Tú) —: tengo una tarea de artes visuales, y…. no sé, se me vino a la mente que tú podrías ser buena en esa materia —sonrió irónico—. ¿Podrías ayudarme?
    —Ah, eh, bueno… no sé —susurró ella, agachando la mirada a la bandeja de su desayuno.

    ¿Cómo ella podía decirle que no a Bill si lo amaba? Aunque le hiciera lo que le hiciera a (Tú) le interesaba algo de él aún ella ni siquiera lo sabía. No, no era su físico, tampoco su sonrisa… era algo más en su interior.
    Justo cuando iba a alzar la mirada para decirle que sí, otra tercera persona interrumpió el momento.

    — ¿Qué haces aquí, Kaulitz? —dijo Emmanuel con voz seria.
    —Vengo a saludar a su amiga, ¿no es así? —mira Bill a la chica sonriente.
    —Más vale que te vayas, hombre —intervino Rue. ¿Desde cuándo ellos dos ya estaban ahí?—: ¿o qué? ¿Quieres otra paliza? —sonrió ella orgullosa de aquel acto heroico.
    —Que chistosa ¿ah? Solo quiero que esta me ayude con mi tarea de artes visuales y ya —se encogió de hombros el pelinegro.

    (Tú) no dijo nada. Sabía que otra pelea entre los hermanos y Bill estaba por comenzar: ya lo había visto antes. Rue era una chica que con solo ver a Bill se ponía furiosa: nunca toleró que él molestara a su amiga Koa.

    —Lárgate de aquí y busca a otro de tus pendejos para que te haga tu tarea —dijo Emmanuel.
    —Aparte de horrible, burro —dijo Rue con una sonrisa.
    —Oye mocosa, m…

    Antes de que pudiera decir algo el pelinegro Emmanuel lo tomó del cuello de su costosa playera mirándolo con los ojos desprendiendo chispas, lo que alarmó a (Tú). Rápido se levantó y separó a ambos.

    — ¿Quieren dejar de pelear, por favor? No más escándalos. Bill, solo vete ya —dijo (Tú) aunque por dentro se arrepintiera de lo que su boca estaba diciendo—; Emmanuel, no le hagas caso ¿sí? No voy a hacerle nada.
    —Es lo mejor que he escuchado, (Tú) —dijo Emmanuel.
    —Eres una idiota, resorte —exclamó Bill hacia (Tú).

    Y este se fue de la cafetería hecho una rabieta, odiaba perder en cualquier cosa. Eso lo pagaría (Tú) desgraciadamente.

    —¡Por Dios, (Tú)! ¡No soporte verte actuar así, tan tonta! —exclamó Rue enojada— Defiéndete, no te dejes, carajo. Y ese idiota… —bufó ella— ojalá y el karma se lo chingue por cabrón.
    —Ya no digas más, ¿quieres? —murmuró la de ojos grises.

* * *

El horrible frío en Paris era una de las peores cosas en aquella ciudad, más para Bill Kaulitz. Tener 17 años y estar a las 9 de la noche en lugares alejados de tu casa debía ser bastante peligroso, pero no para él. Iba solo por una cosa. Algo ¿rutinario? Sí, pongámoslo así. Rutinario. Cerca de las 9 o 9.30 pm siempre se lograba escuchar a alguien cantar; mucha gente especulaba que incluso la voz cantaba después de las 12, exactamente a la 1 de la madrugada y que bien podría ser un fantasma… ¿Pero qué fantasma podría tener una voz tan hermosa, tipo Amy Lee? ¿O tipo Simone Simons? Eso a Bill le gustaba. Fuera de la mierda que era Bill Kaulitz en la escuela, en su casa o en su cuarto era algo completamente diferente. Amaba el canto y en ocasiones escribía sus propias canciones donde fuera: hojas inservibles de la escuela, servilletas, cualquier cosa en la que pudiera escribirse algo.
    ¿Cómo alguien podía ser tan cruel fuera de su casa y dentro de ella ser algo completamente bueno?
    Como siempre, Bill se escapaba de su casa solo para escuchar aquella voz. Siempre tenía dudas de quién era realmente, porque tenía problemas para identificar si era chica o chico, aunque la mayoría de las veces siempre tenía la idea de que era chico. La voz siempre cantaba canciones de bandas sobresalientes, en especial del género power o folk metal, metal sinfónico y rock y en raras ocasiones algo de pop. Al parecer tenía buen gusto. Bill moría por conocer a la persona, pero también rogaba que no fuera alguien cercano a su escuela para no caer en la vergüenza total: nadie sabía lo que él hacía por las noches.
Exactamente a las 9.30 pm llegó, listo para escuchar algo nuevo de la persona, inclusive ya sabía en qué casa era donde ocurría el increíble espectáculo. Se subió al típico árbol de aquella casa y por trigésima quinta vez comprobó que la ventana estaba tapada por una cortina negra; no le importó y espero algo nuevo. Y así fue, la voz comenzó a cantar su canción esta vez acompañada de su violín. Genial, algo de acapella pero con un violín. No le importó a Bill si no conocía la canción, solo quería escuchar y listo: esto hacía que Bill se deshiciera de toda la mierda que lo tenía de mal humor siempre.

Follow your common sense
You cannot hide yourself
behind a fairytale forever and ever
Only by revealing the hole truth can we disclose
The soul of this bulwark forever and ever
Forever and ever…
Indoctrinated minds so very often
Contain sick thoughts
And commit most of the evil they preach against…

(Sigue tu sentido común.
No puedes esconderte.
Detrás de un cuento de hadas por siempre.
Sólo revelando toda la verdad, podemos liberar
El alma de este baluarte por siempre.
Por siempre…
Las mentes adoctrinadas a menudo
Tienen pensamientos enfermos
Y se entregan más a la maldad contra la que predican…)

Solo se escuchaban apenas los sonidos de la canción original y un violín tocado por la voz. No bueno, con esto Bill se enamoró más: jamás había escuchado esas notas tan altas ni tampoco esos registros. Superaba por mucho a Bill en el canto: su voz era poco comparada a esta. Definitivamente quería conocerlo fuera quien fuera.
    Se sorprendió al escuchar voces masculinas; puede que ahora formaban un pequeño grupo pero nunca los escuchó él, o solamente por esta vez la voz tenía compañía.
    Terminando la canción Bill, como todas las noches, se decepcionó un poco al no poder conocer a la persona perteneciente de la voz: su curiosidad crecía cada vez más. Por la voz, y por la forma perfecta de tocar el violín.

* * *

Otro día normal en la escuela. (Tú), Rue y Emmanuel habían terminado su clase de canto para luego ir a desayunar. Todo transcurrió normal. Por ahí pasó Bill y se percató de lo que platicaban “los imbéciles”, como les solía decir él a los amigos de Koa.

    —Pues no sé ustedes, pero me lucí con ‘The Phantom Agony’ de Epica —dijo Rue orgullosa de sí misma.
    —La cantaste bien —dijo (Tú) esbozando una sonrisa.
    —La verdad es que quiero cantar como la guapa de Simons, pero no creo poder hacerlo —dijo la pelirroja algo decepcionada.
    —Yo creo que sí lo vas a lograr: nada es imposible —agregó la de ojos grises.
    —Ya, ya: no hay que darle alas a Rue. Yo en cambio, tengo los registros de Till de Rammstein —sonrió él más orgulloso.
    —Eres un idiota —dijo Rue.
    —Pero bueno, cambiando de tema: Koa, tu voz es pésima —dijo Emmanuel divertido.
    —¡Oye! No seas grosero con Koa: ella algún día logrará cantar como Amy Lee, ¡o como la mismísima Simone Simons! —exclamó emocionada.
    —No, no lo creo. Mi voz es horrible —susurró Koa.

    No, obviamente no podía ser cierto. ¿La persona que poseía esa voz tan hermosa y potente era Rue Grey Boyne? Carajo: esto era lo que peor que le había pasado a Bill. Jamás se lo esperó. Ni siquiera le pasó tantito por la cabeza.  Rue… increíble. Bill tanto que anhelaba conocer a esa persona y resultó ser su peores pesadilla. Vaya suerte la suya.

* * *

¡O no! ¡Qué día tan trágico para (Tú)! Que se la trague la tierra ahora mismo, por favor. Lo único que podía escuchar ella era risas, más burlas hacia ella, y más de Bill. ¿La causa? Alguien corrió el secreto de (Tú): gustaba de Bill, y peor aún, que era su amor platónico. Seamos sinceros, nadie le dice “amor platónico” a alguien de la escuela; para (Tú) esto era bastante vergonzoso.  En cada descanso de clases Bill aprovechaba para molestarla diciéndole cosas cursis y poco graciosas; las chicas más guapas también se burlaban de ella e incluso le hacían bromas más pesadas por ser tan ridícula, según ellas.
    Las consecuencias de esto fue que Rue explotara y golpeara a cada chica y/o chico que la molestara. Estaba tan molesta con (Tú) al no defenderse y solo llorar y lamentarse por abrir su bocota. Emmanuel en cambio solo trataba de consolar de su amiga Koa pero estaba más sorprendido al saber que le gustaba (Tú). ¿Qué más cosas no se sabían de ella?
    Nuevamente el egocéntrico Bill Kaulitz se acercó a (Tú) para molestarla. Emmanuel se levantó de la banca más furioso que nunca: nadie se metía con Koa, pero eso a Bill ni le importó.

    —Hola, pichoncita —dijo Bill divertido—… Me estaba preguntando si ¿quisieras ser mi novia?
    —Mira, imbécil anoréxico ya me tienes hasta la m…

    (Tú) se levantó y lo detuvo antes de que su amigo dejara a Bill en el suelo por knock-out definitivo. Respiró hondo ella y se armó de valor. Ya no más burlas hacia ella; les iba a demostrar a cada uno de lo que ella era capaz.
    Bill rió al ver que Koa detuviera a Emmanuel, pero este a cambio recibió un increíble puñetazo por la de ojos grises que sí, lo dejó en el piso; le dejó la mandíbula con un increíble dolor. Wow, la chica tenía fuerza. Los tres se quedaron sorprendido pero más (Tú), casi al punto de arrepentirse por haberlo hecho. Se puso de cuclillas frente a él y lo miró: tenía el aspecto de Rue. Rebelde.

    — Me sacaste de mis casillas, perdón —dijo ella inocentemente—… No quería hacerlo pero ¿sabes? Ya me hartaron. ¿Y sabes qué más? —sonríe— Voy a demostrarte a ti… a tus fieles perras… a tus fieles mojigatos y a todo mundo que no soy lo que aparento. Esto que ves en mí Bill, querido amor platónico, no es lo que soy —se encogió de hombros. Koa estaba soltando todo lo que tenía guardado durante este tiempo como estudiante de intercambio y una vez diciéndolo no podía detenerse. Bill estaba atónito ante sus palabras, y sangrando del labio—: ojalá que el karma te joda muy pronto ¿vale?

    Emmanuel ante esto comenzó a carcajearse: por fin (Tú) se había revelado contra uno de los peores busca pleitos en la escuela de artes. Se sentía bien. Mucha paz y tranquilidad.
Con que a esto se refería Rue.

    —Perfecto, (Tú) —dijo Emmanuel luego de comenzar a aplaudir orgulloso—: me sorprendes. Te mereces algo por esto. Vámonos: tenemos que celebrar con mi hermana.

    Ambos se fueron dejando a Bill solo.
    Más tarde, en la noche los tres fueron a cenar unas pizzas. De verdad era un momento épico para los tres, pero para (Tú) no del todo: se sintió un poco arrepentida aunque supiera que Bill se merecía eso y más.

* * *

Ahora que Bill sabía que Rue, su ídolo en el canto, poseía esa increíble voz concurría más a su casa para escuchar nuevas canciones interpretadas por ella.  Nuevamente, 9.30 pm. Subió a ese árbol que comenzaban a faltarle las hojas, por cierto, y no vio nada de luz en el cuarto. Qué raro. Era la segunda vez que pasaba esto. “Tal vez está consolando a la resorte”, pensó él, pero era tan egoísta que solo quería a Rue en las noches para el solo y poder escucharla cantar.

    —Vamos, Rue, canta algo, maldita sea —dijo.

    Nada.
    Se percató de que la luz se prendió, ¡demonios! Seguramente la rebelde Rue lo escuchó y ahora mismo saldría a golpearlo por espiarla. Rápido bajó, se raspó las manos y parte de la cara y salió corriendo de ahí despavorido.

* * *

    —¡Y así es! Nuevamente ‘La Hija Fantasma del Violín’ como se le conoce artísticamente a esta chica junto con su banda vuelven a triunfar con su video ‘Nemo’ de su disco ‘Say My Name’.
    —Es increíble el potencial de voz que tiene esta chica, pero ¡yo seguiré con esa duda! ¿Quién será realmente? Nadie ha podido verla sin sus máscaras o antifaces: estoy enamorado de ella.
    —Para los que no la conocen, esta chica es reconocida en todo el mundo por ser una increíble voz en el metal gótico y sinfónico. Ha alcanzado los registros y notas como Simon Simons y también se le ha declarado como la voz sucesora de Tarja Turunen —explicó la primera voz masculina—. Jamás en la vida se le ha podido reconocer bien la cara, su forma de tocar el violín es extraordinaria. ¿Sabes lo peor de esto, Nathan? Que nunca da entrevistas, y cuando lo hace solo puede verse su sombra: no deja verse.
    —¡Por Dios! Yo creo que es hija del legendario buckethead —rió Nathan.
    —Deben escuchar sus canciones: ha hecho múltiples covers de Epica, tales como ‘The Phantom Agony’ ‘Unleashed’, entre otros.
    —No pierdo la esperanza de que algún día la veremos sin su máscara plateada, señores —dijo Nathan—, ¿o no, Freddy?
    —Así es.

    Otra nueva historia se repetía. Bill Kaulitz, 5 años después de haber salido de la escuela de artes y ver como (Tú) regresaba a su país natal al dar malas expectativas de aquella escuela, triunfó en la música junto con su hermano gemelo Tom y sus dos amigos Georg y Gustav aunque les durara poco: su primer sencillo y claro, también su primer disco fue un hit en Paris aunque estuviera en su idioma natal: alemán. Tuvo miles de copias vendidas, pero la fama empezó a decaer con el segundo disco… y finalmente, para el tercer disco tuvieron que dejarlo todo. Pasaron a ser de las mejores bandas de pop rock a un intento más en la música. Esto a Bill le causó una depresión por varios meses: al parecer lo que le dijo Koa hace algunos años se le estaba cumpliendo.
    Nunca volvió a saber de ella, ni de Rue y su hermano gemelo Emmanuel. ¿Ellos tendrían una vida mejor que la de él? Seguramente sí. Bill no tardó en arrepentirse por lo que le había hecho a la chica de ojos grises, pero aún tenía esa duda existencial: ¿seguiría ella enamorada de él? Pronto admitió él que ella fue la única que realmente sintió algo por él, pero ya para que arrepentirse. Seguramente ella ya tenía a alguien más y el supuesto “amor” hacia Bill ya era pasado.

    —Cabrón, ya levántate: ahí está tu amor en la tele —le dijo su hermano Tom a Bill.
    —¿Qué? —dijo él con las cejas arqueadas.

    Rápido se levantó de su cama aún sin hacer y bajó las escaleras, casi tirando a Tom por las escaleras. ¿Rue se había vuelto famosa? Joder, no podía ser. Bill ya había escuchado varias veces sobre ella en la radio, pero no quería creerlo. ¿De qué hablarían sobre ella ahora? Ojalá y fuera de algo bueno.
    Digamos que Bill se hizo fan, en cierto modo, de ella pero lo negaba frente a sus amistades. Compró a escondidas su primer disco titulado ‘All about us’. Amaba la voz de Rue, aunque antes fuera un dolor en el trasero para él. También tenía otra duda: ¿por qué se hacía llamar ‘La Hija Fantasma del Violín’?

    —¿Estará aquí?... ¿En el auditorio Antaine Flint Legado? —susurró Bill sorprendido— ¡Demonios! Es la primera vez que estará aquí en Portugal; ¡Tom, debemos comprar entradas para verla! —le gritó.
    —Bill, no me jodas ahora ¿sí? No quiero a ver a esa mujer: ¡ni siquiera se le ve la cara! —exclamó indignado.
    —¿No te acuerdas de mi dolor en el trasero llamado Rue? Fue la que me golpeó hasta dejarme con el brazo roto y el ojo morado.

    Tom paró en seco lo que estaba haciendo. Sí, Tom la había visto un par de veces pero… ¿de verdad era ella la hermosa cantante que Bill amaba —y sigue amando— desde los 17 años? ¿Qué más cosas ocultaría Bill entonces? Tampoco es lo que aparenta.

    —Sí, la había visto: es un monstruo —sonrió Tom—: ¿de verdad es ella? ¿Entonces para qué se cubre la cara? —frunció el ceño— ¿Le habrá pasado algo?
    —No me hagas preguntas de ese tipo y vallamos a comprar las malditas entradas —bufó el rubio.
    —Ok, ok —dijo al fin Tom—: vallamos por las entradas, ¡pero! Yo te daré mi opinión acerca de ella: decían antes en la escuela que tenía una voz impresionante —comentó.
    —Me consta, hermano, me consta.

    Genial: Bill iría a ver a Rue, por primera vez.
    Al diablo con que lo vieran: iría a una de sus tantas presentaciones.

* * *

Auditorio Antaine Flint Legado, Portugal. 8.30 pm. ‘La Hija Fantasma del Violín’ y sus compañeros ya estaban listos para dar un presentación en uno de los escenarios más representativos del país; preparaban sus instrumentos con toda la precisión posible. Un enorme telón color vino dividía la zona de espectadores y donde tocaría la banda; el violín de la chica y esta misma ya estaban listos, el gran coro también, la chica bajista, el guitarrista, el baterista y el tecladista igual, y un enorme piano negro que los esperaba también.
    Con sus largas cabelleras y su ropa característica y máscaras típicas se deseaban suerte. Aunque ya habían hecho esto varias veces aún existían esos clásicos nervios antes de tocar en una presentación. Les gustaba tocar frente a un público pequeño, eso de 2000 personas o menos, ya que no se hacía tanto alboroto.
    Todos se prepararon, la vocalista se sentó en su clásico taburete negro frente al pianista. Las luces se apagaron y todos pusieron el grito en el cielo: típico, la emoción. Entre todos esos que gritaban Bill estaba ahí junto con su hermano: ellos se sentían tan incómodos estando entre tanto lunático: ropas de cuero, muñequeras con tachuelas, cabello largo, chicas maquilladas de negro entre otras cosas.
    El baterista, más conocido como Sheen  dio la señal, el telón se dividió en dos, las luces se prendieron y aparecía La Hija Fantasma del Violín con un corsé negro y detalles azulados y un short rasgado junto con su máscara plateada: algo típico en ella. El pianista empezó a tocar las primeras notas de la canción, llamada ‘Memory’ y segundos después empezó a cantar la chica.



Todos quedaron casi maravillados por la voz de esa mujer. Bill no podía estar más enamorado de Rue.
    Las canciones fueron pasando. Algunas fueron covers y otras más de su propia autoría: sin duda alguna daba buena vibra la banda aunque fuera de un género considerado como ‘satánico’. Inclusive hasta había fanáticos de más de 30 años, todos ellos hombres y/o mujeres.
    Fue hasta entonces que La Hija Fantasma hizo algo inesperado para todo mundo: por órdenes suyas hicieron una pausa en la canción ‘Cry for the moon’, una canción que le traía recuerdos a Bill. La chica jadeó y luego sonrió, dio media vuelta mirando a sus compañeros y de un solo movimiento de deshizo de su máscara. Nuevamente dio media vuelta para mirar a su público y todos quedaron pasmados, los gritos empezaron con más euforia al punto de querer acercarse más para poder mirar a la dueña de la voz detrás de su máscara. Bill no lo pudo creer. ‘La Hija Fantasma del Violín’ no era Rue: era (Tú). ¡La chica temerosa como estudiante de intercambio en París! Demonios, ¿cómo no reconocerla? Tenía esos grandes e increíbles ojos grises casi transparentes. Santa mierda: los años si que han sabido caerle bien, pero ¿por qué habría de quitarse la máscara ahora? ¿Ella sabía que Bill había ido a verla?
    Joder. La mismísima Koa era la dueña de esa voz de la cual Bill estaba enamorado y siempre iba a escuchar por las noches. Bill estaba pasmado, más que todos los espectadores juntos. (Tú) estaba cumpliendo todo lo que ella le había dicho al ganarse ese puñetazo en la mandíbula.
    Esa chica de tan solo 23 años superó a Bill por mucho: ella junto a su banda eran de los más reconocidos en el mundo, mientras que el ahora rubio junto con sus acompañantes quedaron en el olvido.

    —Hola mis elegidos —dijo (Tú). Bill ni podía hablar—, bueno… Sinceramente me había hartado de que no supieran quien estaba detrás de esta máscara, mi compañera por casi 6 o 7 años —dice y pone en alto la máscara—… ¿Qué puedo decirles? La banda y yo estamos agradecidos con todos ustedes —comienza a pasearse por el escenario—: de no haber sido por ustedes… no bueno: no estaríamos aquí…
    —¡Estás bien buena! —gritaron varios chicos al mismo tiempo.
    —¿Qué? ¡Claro que no! —dijo (Tú) divertida— No digan cosas estúpidas, mis elegidos. La verdad no tengo más que decir, joder… Bueno, sigamos con este show antes de que llore como niñito golpeado —suelta una risita.

    Cry for the moon’ vuelve a tomar su rumbo. De verdad que esto era de locos. (Tú) ni alcanzó a ver a Bill: ella disfrutaba de cantar sus canciones.

* * *

    —¡No, no! ¡Quiero verla, mierda! —gritó Bill.

    Estaba corriendo un riesgo. Lo sabía. Pero… ¡a la mierda la seguridad de (Tú) y su banda! Bill quería verla y… solo verla. Idiota fue Tom al seguirlo, pero minutos después disfrutaba de todo esto: conocer a La Hija Fantasma del Violín.
Ni siquiera Bill recuerda como le hizo para colarse a la entrada de los camerinos a escondidas de la seguridad extrema de la banda; buena suerte tuvieron los hermanos al ver que tres grandotes los cacharon y después estos trataron de meterse al camerino general de la banda. Gran escándalo estaban armando estas cinco personas.

    —¡Ey! Tranquilos, hombres… ¿Qué rayos pasa aquí? —dijo Sheen el baterista. Al notar que sus guardaespaldas tenían a los hermanos no dijo nada.
    —¿Qué pasa, Sheen? —intervino una voz femenina, miró todo y quedó pasmada— Oh, no… ¿Ustedes? —exclamó.
    —¿¡Rue?! —exclamó Bill más pasmado que ella.

    Rue estaba con (Tú)… entonces, eso quería decir que su hermano Emmanuel también estaba con ellas. Vaya suerte. Tom quedó enamorado de Rue, literalmente: perfecta figura, cabello rojizo, tatuajes y piercings en varias partes de su cuerpo. Toda una diosa, diría él.

    —A (Tú) le encantará ver esto —rió Rue—: déjenlos con nosotros, chicos. Los conocemos —sonrió.
    —De acuerdo —dijeron dos de los guardaespaldas y los soltaron bruscamente.
    —¿Qué rayos? ¿Los conoces, Grey? —inquirió Sheen.
    —Seguro. Vengan chicos, por acá.

    Tom tuvo que empujar a Bill para que lograra mover sus piernas y caminara, éste último estaba más impactado que nada: sabía que esos tres tipos no iban a separarse nunca aunque (Tú) estuviera lejos de ellos.
    Rue no dejó de molestar a Bill y él no decía nada: estaba apenado, arrepentido e incluso decepcionado de todo lo que había hecho antes con (Tú); en cambio Tom quería intentar hablar con Rue pero ella lo ignoraba de forma descarada. No le interesaban tipos como él.
    Lo más interesante de esto era ¿cómo iba a reaccionar (Tú) al ver a Bill?
    Era tarde para arrepentirse. Ya estaban entrando al camerino de todos los integrantes. Bill se encontró a (Tú) platicando con Emmanuel, el guitarrista de la banda y con una increíble voz grave para hacer las típicas “voces de pecho”.
    Todos se quedaron en silencio. (Tú) casi gritó al encontrarse al que fue un grano en su trasero durante su estadía en aquella escuela de artes años atrás: Bill Kaulitz. Que cambiados estaban todos. Ella tenía su cabellera tan larga y negra como el azabache y una figura espectacular aunque con un piercing en la ceja y un tatuaje en su mano; Bill tenía su cabello rubio y con algunas extensiones y más de 3 piercing y 3 tatuajes en todo el cuerpo. Demonios: podía olerse la tensión entre todos.

    —Uh, Rue… —alcanzó a decir Emmanuel.
    —Me los encontré junto con Sheen batallando con los grandotes de allá afuera; me sorprendes, malditos: lograron llegar hasta acá. Vaya sorpresa ¿no?
    —Que maricas se ven —dijo Joey, el tecladista.
    —No sean idiotas —bufó (Tú).

    Ella se levantó de su taburete y caminó hacia Bill para abrazarlo solo con su brazo derecho, tuvo que alzarse un poco de puntas para poder llegarle. Esto sorprendió a todos, más al rubio: ¿no estaba resentida con él? Oh cielos: él estaba tan agradecido.
Se separaron y ella sonrió. Al menos aún no perdía esa inocencia.

    —¿Qué tal todo? ¿Con qué… Tokio Hotel, ah? —dijo (Tú) sonriente.
    —¿Hija Fantasma del Violín? —murmuró Bill.
    —Esperen, ¿ustedes eran los de Tokio Hotel? —intervino Joey— ¡Que los jodan! —exclamó.

    Todos empezaron a hablar sobre ello. Esto era algo nuevo e inesperado para (Tú) y Bill: jamás pensaron que volverían a encontrarse. (Tú) sabía algo acerca de ellos: los conoció cuando lanzaron su primer disco, y a decir verdad, le gustaban varias canciones. No tocaban mal aunque fueran de géneros totalmente distintos.
    Ambos se sentían incómodos al tener a todos hablando como locos.

    —Imbéciles —murmuró (Tú).

    Sacó a Bill inesperadamente del enorme camerino. Koa estaba feliz de haber visto nuevamente a su agresor en la escuela de artes; cuando ella regresó a su país natal (Tú país) no dudó en hablarle a Rue para preguntar cómo iban las cosas por allá, en ocasiones preguntó por Bill y como iban en el canto. De hecho, estaban planeando formar la banda un semestre después de la ida de Koa. Dada la casualidad de que un día ella decidió mostrarles su verdadera voz y los hermanos Grey quedaron anonadados por ello quisieron formar una banda diferente.
    Ya estando fuera hubo un silencio entre ellos. No sabían que decirse.
    Bill decidió romperlo.

    —Me has superado —espetó—: eres reconocida por todos lados; yo en cambio, caí en el olvido —murmuró.

    Ella rió.

    —Te habías enfocado tanto en ser uno de los mejores y comerte al mundo con esa carita de niño bonito… y te salió mal todo —dijo ella encogiéndose de hombros—: no me sorprende.
    —¿Me odias por lo de antes? —preguntó Bill.
    —No —frunció el ceño (Tú)—, creo que con todo esto ya me he olvidado de… eso y estoy contenta —sonrió tranquila—. Te demostré que no soy lo que pensabas —se pone frente a él y le golpea suavemente su hombro.
    —Lo sé —asintió el rubio.

    Ambos rieron.

    —¿Aún sigo siendo tu amor platónico? —espetó Bill intrigado.
    —Ya no le interesas a Koa: tiene novio —intervino Rue saliendo del camerino.
    —¡Rue! —exclamó (Tú)— No, no es cierto Bill —negó con la cabeza.

    Bueno, al menos lo intentó Bill.

    —Puede que aún lo seas —continúo ella—, puede que no: quién sabe —se encogió de hombros.
    —Puedo volver a serlo, si tú quieres.
    —¡Declaraciones de amor! Oh, mierda: voy a vomitar mariposas y arcoíris. —se quejó Rue y luego se fue.

    (Tú) rió aún más: Rue era chistosa cuando quería.

    —No le hagas caso —dijo al fin—: me envidia porque a ella la tachan de hombre —arruga su nariz.
    —¡No puedo creerlo! —exclamó Bill riendo— Que cosas ¿ah?
    —Sí: no sabes lo que pasa aquí realmente.

    De nuevo otro silencio.

    —¿Pero sí me darás un autógrafo tuyo? —inquirió él.
    —Los que quieras —sonrió ella.

    (Tú) estaba por acercarse a él para darle otro fuerte abrazo hasta dejarlo sin aliento, pero al dar el primer paso Emmanuel interrumpió.

    —Kaulitz: los ánimos se han calentado entre Sheen y Tom. Pelean por mi hermana —dijo.
    —No, no de nuevo —bufó (Tú)—: vamos Bill.

    Y entraron al camerino.
 



Miss Slenderman

Bueno, chicas... aquí está el segundo oneshoot.Perdón por tardarme tanto, pero bueno: ya terminé mis exámenes. Y también quería decirles que la historia se muda, esta vez a facebook. Quien quiera puede agregarme a mi facebok (no lo quería dar, pero bueno): www.facebook.com/LiseAlieen. Haré un grupo y me dicen que son las que quieren leer la historia y ya las agregaré. Lo pensé mucho y así lo decidí, pues aquí en blogger mis entrada no aparecen, en fin.
Espero les guste el segundo oneshoot (y ojalá se vea también). Las que puedan corran las voz, ¡gracias! :-)  Eso es todo.

1 comentario:

Gracias por comentar(: